lunes, 26 de septiembre de 2011

Los sueños de Marta revelan su mundo imaginario.
El mundo se revela a traves de los sueños imaginarios de Marta.
En un mundo de sueños Marta es una revelación imaginaria.
La imaginación de Marta revela sueños imaginarios.
En los imaginario de los sueños a Marta se le revela el mundo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

la bella marcela

Marcela quiere ser todas las mujeres en una mujer.
Mide un metro sesenta y pesa sesenta kilos. Es gorda según los parámetros de las nutricionistas de un país como la Argentina, donde recomiendan pesar diez kilos menos de lo que se mide.
Es una rubia teñida y se le nota muchísimo, pero ella cree que no.
Hoy pagó la primer cuota de diecisiete restantes de su Blackberry 8950.
Se levanta temprano porque es una ferviente creyente de que “al que madruga Dios lo ayuda”. Igualmente no cree en Dios, cree en la fuerza de lo popular que vive en el refrán.
Su dieta se basa en las historietas de las cadenas de spam que le llegan a su casilla de gmail (marce_blondie_85@gmail.com ) Forwards larguísimos que relatan los diez beneficios de  tomar agua de garbanzo, las bondades de ponerle lino y quinoa a las tartas y las amenazas de que su estómago se va a desintegrar como un clavo en Coca-Cola si sigue dándole a la gaseosa.
Está convencida de que tiene una sincronización natural con el chofer del 13, ya que en los últimos tres años no tuvo que esperarlo más de ochenta segundos en la parada de cada mañana.
La semana pasada demostró lo orgullosa que se sentía de su trabajo cuando hizo una carga móvil de una fotito con su cara adornada en un marco lleno de estrellas y arcos dorados donde la nombraron “empleada del mes”.
Marcela es lisa y llanamente feliz como su nulo grado de profundidad.
Muchos envidian a Marcela, quien se distingue por saber apreciar el hoy sin pensar tanto en el mañana.


si guachos, lloré

 Tengo un cuaderno gordo que intercala folios con hojas.
 Al abrirlo puedo encontrar un pedacito del pasaje a Frankfurt que me gané a los dieciocho años,
el itinerario del tren que me llevó a Roma atravesando los cantones del mundo mágico de playmobil que es Suiza,
el número de teléfono de un  telemarketer  italiano que me acompaño en el bautismo del primero de muchos viajes,
pasajes de subte impresos  en distintos idiomas,
folletos que promocionan restaurantes baratos en las ramblas,
una foto de la frutilla que me hice subiendo el Montjuic en bicicleta,
la servilleta con el escudo del bar de mi primer bocata,
un papel  de promoción de helado de dulce de leche en una heladería catalana,
el recibo de seis noches en un hostel  fantasmagórico que queda pegadito al cementerio de Perre Lachaise, y la voz femenina del metro que anuncia el arribo a su parada,
el envoltorio de un Magnum caramel,
el salón de los espejos de Versalles,
El olor a pasto recién cortado,
el acento del breakdancer granadino que llevaba el flamenco en la sangre y lo derramaba por el empedrado parisino,
la tarde en la que dormí en los jardines de Luxemburgo,
el abrazo de las dos mejores compañeras de viaje que pudiera haber conseguido,
la imagen de los cien coreanos y los flashes de sus cámaras, de fondo, la Torre Eiffel
el arribo a Berlín, sus osos decorados y el reencuentro con mi mejor amiga de la infancia,
las tardes de verano en kayak por el Falkensee, la zambullida en un jacuzzi tibio y la cerveza espesa,
el frío helado del silencio  que sentí en el campo de concentración de Sachsenhausen,
el olor a turco,
los ojos de mi amiga salvadoreña,
la noche en que me moví como un delfín en el boliche de cinco pisos al lado del puente Carlos,
la misma noche en que me encontré con mi alma gemela,
muchos abrazos de despedida, miradas que se congelaron en el tiempo y que prometí guardar y llevar conmigo a todos lados por el resto de mi vida,
el calor de las fabricas de vidrio de Burano,
los infinitos museos de Florencia,
el recibo de compra por una camisa de 1 euro en H&M que sigo usando los martes, día del rayo rosa,
una tapita de mi yogur preferido,
una multa,
la pasión que me despertaron los dos viajes que conforman este cuaderno,
haberme encontrado a mi misma muy lejos de casa,
y haber podido llevar a esa Olivia hasta Buenos Aires y mantenerla conmigo hasta el día de hoy.

domingo, 11 de septiembre de 2011

persuadir

Hay una charla que suelo tener con mi abuela al menos una vez al mes.
Solemos llegar al mismo punto desde distintos lugares, una cosa lleva a la otra y deriva siempre en lo mismo.

Ella considera que estoy perdiendo mi capacidad de focalizar y de prestar atención.

Estoy totalmente en desacuerdo. El hecho de que pueda mandar un mail, redactar un tweet, subir una foto a facebook, chatear por bbm y ver la tele todo simultaneamente, no quiere decir que le esté prestando poca atención a cada una de esas acciones. Al contrario, considero que mi capacidad está aumentando y que mi cerebro se expande y se ve obligado a hacer nuevas conexiones, se generan nuevos circuitos, se desarrollan capacidades que antes no teníamos, porque no las necesitabamos.

Con todo esto de la tecnología se estan estableciendo nuevas conductas, y nuestro cuerpo reacciona a esos estimulos, generando nuevos puentes neuronales.

Después de charlar el tema unas cuatro o cinco veces enontré un ejemplo que se adapta bastante a esta discusion.

Cuando nuestros abuelos estudiaron carreras cientificas en la universidad (sin calculadora) tardaban X cantidad de tiempo en resolver un ejercicio de matemática. Tardaban porque necesitaban reglas, tablas, etc.

Hoy en día (gracias al aporte del invento llamado CALCULADORA) para resolver el mismo ejercicio necesitamos muchisimo menos tiempo en llegar al resultado. (X/Y)
La tecnologia nos sirvió para agilizar el trámite.

La cuestion es si el hecho de poder hacer Y cantidad de ejercicios en el tiempo X que necesitaban nuestros antecesores nos hace "menos duchos" en la materia.
Mi abuela con su criterio diría enotnces: Claro, como resolviste 8 ejericios en el tiempo en que antes resolvian uno solo, te hace una persona ajetreada, acelerada, que no digiere ejericio por ejercicio, que no focaliza, que no se concentra, etc.
Es un concpeto tan erroneo para mi, el de pensar -"que barbaridad, como se esta dispersando la mente de las personas por causa de los avances tecnologicos".
Al contario. El poder resolver 8 en el tiempo de 1 hace que pueda interiorizarme más en el tema, que haya podido enfrentar 8 modelos de ejericios diferentes, que haya podido resolver en cada ejericio la trampita particular que se me presentaba.

Finalmente logré mostrarle un ejempo a mi querida abuela en el cual la tecnología te ayudaba a recortar el tiempo, a agilizar y facilitar el trámite.

Ojalá pueda encontrar mas ejemplos como este.

lunes, 5 de septiembre de 2011

APACHE

“Apache” era mucho más que el nombre con el que habían bautizado la casa de playa que alquilaron ese verano. Era el sonido que describía al grupo de mujeres que la estaban habitando, prestándole al recinto un poco de su esencia. Tiñendo de colores brillantes la atmosfera de esa madriguera.
Ese día “Apache” había estado de fiesta desde el mediodía. Había olor a ansiedad y alegría. De fondo se podía oír la música que genera la expectativa de la juventud y la buena predisposición.
Se hicieron las compras y se realizaron todos los preparativos para la noche.
Prepararon una mesa redonda y colocaron bancos a su alrededor. Todos los muebles eran de piedra, pesados. Costaba moverlos.
Adornaron con flores y velas todo el interior de la casa y decoraron con luces de colores el jardín. Colgaron pañuelos de tela sobre las lámparas  transformando la luz que emitían las bombillas blancas.
Había un aire de mar intenso y húmedo que después de soplar dejaba un gusto salado en el pelo y en la piel; un viento que despeinaba y hacía bailar las llamas de las velas.
Estaban reunidas  admirando el centro de mesa floral que habían diseñado. Se sentaron a compartir las ensaladas frescas y coloridas. Hablaron y se rieron, atravesando anécdotas del pasado y proyectaron amores hacia el futuro. Pero lo que más atesoraban era ese magnético presente que las mantenía unidas.
Parecían sirenas perfumadas con jazmín. Tenían la piel barnizada de sol y llevan el pelo suelto, brillante.
Dividieron la vida por columnas y sellaron con tinta los miedos que dejarían partir. Hablaron de deseos, de metas, de proyectos. Rezaron por un futuro. Sonrieron sobre un par de lágrimas y sintieron la vibración del ambiente que iba elevándose. Salían chispas y brillos y podían respirar el perfume de los ángeles que las rodeaban en esa ceremonia.
Sellaron su compromiso  y vieron como el fuego se tragaba el papel que llevaba plasmados sus sueños. La ceniza se la llevo el viento fundiendo su imaginación con la tierra, el agua y el aire. Ahora estaban integradas con su entorno. Se pararon y bailaron al ritmo de la cuenta regresiva que las llevaría a otro mundo de nuevo color que estaba inminente, esperándolas del otro lado de la última campanada.